ALONSO MIGUEL DE TOVAR (Aracena, Huelva, 1678 - Madrid, 1758)

La obra que nos ocupa representa al Niño ...

La obra que nos ocupa representa al Niño Jesús como Buen Pastor. El simbolismo de Cristo y los cristianos como el pastor y sus ovejas aparece en los primeros años del cristianismo. Lo podemos encontrar en las parábolas de San Lucas y de San Juan. No obstante, al llegar la Edad Media, se había extinguido, y a partir de ese período se encontrará tan solo de manera excepcional hasta adentrarnos en el Barroco donde se hizo muy popular. Hay que destacar que la imagen del “Buen Pastor” sería una adaptación de un prototipo pagano, el de Mercurio, guardián de los rebaños, llevando un carnero. La oveja rescatada y devuelta al rebaño simboliza al pecador arrepentido. En nuestro lienzo, sobre un paisaje, aparece el Niño descalzo sentado sobre unas piedras. Tiene redondas carnaciones y eleva su melancólica e inocente mirada hacia el cielo mientras apoya su mano derecha en su pecho y con su brazo izquierdo abraza por el cuello a una de las tres ovejas que aparecen en la representación. Viste túnica rosa y manto azul bajo piel de cordero. Dicha obra deja patente que se trata de uno de los mejores conocedores de la obra de Bartolomé Esteban Murillo que plasmo esta representación y fue muy copiada. A su vez, podemos relacionar el presente lienzo con otra obra Alonso Miguel de Tovar, nos referimos a La Divina Pastora (Colección Carmen Thyssen-Bornemisza) entre otros. El tono bucólico del paisaje y la ternura de los gestos son también similares a los del presente cuadro. Formalmente, la obra se ajusta plenamente al estilo barroco naturalista, con una composición sencilla y claramente comprensible, sin detalles anecdóticos que distraigan la atención. Está fuertemente iluminado por la luz tenebrista propia de esta escuela naturalista, un foco artificial y dirigido que incide directamente sobre el rostro y la figura, dejando el resto en penumbra, creando sutiles sombras y expresivos juegos de claroscuros que modelan los volúmenes y refuerzan la ilusión de tridimensionalidad tan buscada en este periodo. Tovar nació en la localidad onubense de Higuera de la Sierra en 1678. En 1723 se trasladó a Madrid con motivo de haberle sido encomendada la tarea de realizar copias de los retratos regios. Su habilidad en dicho trabajo le valió el mote de «Don Alonso, el Copista». Colaboró con Jean Ranc haciéndose célebre en la corte por el gran número de retratos que realizó de personas del círculo de la reina Isabel Farnesio. Posteriormente, al acompañar a la Corte a Sevilla, fue el causante de despertar en la reina el interés y admiración por la pintura de Murillo. Durante dicha estancia, Tovar se convirtió en uno de los retratistas más afamados de la ciudad. En 1733 fue nombrado pintor de cámara y siguió a la corte a La Granja de San Ildefonso. La extraordinaria calidad de esta composición de la obra atestigua la mano del hábil pintor de escuela andaluza.
Medidas: 87,5 x 66 cm
Tipo de objeto: Pintura antigua y S. XIX
Técnica: Óleo sobre lienzo